martes, marzo 14, 2006

 

10mo. Viaje (Junio 2005): Jamer Peregrino...historias de un ciclista por el Camino de Santiago de Compostela

Día # 1(prólogo): Hendaia - Saint Jean Pied de Port

Sábado 4 de junio de 2005. Amanece gris en la hermosa ciudad San Sebastián. Lloverá? Probablemente…pero eso no importa ahora. Estamos con mi inseparable compañera de aventuras Malena (mi bici) a punto de subirnos al Topo, un trencito regional que nos llevará hasta Hendaia, en Francia, donde comenzaremos este nuevo viaje en dos ruedas.

A pesar de estar ahicito nomás de España, la gente se empeña en hablar únicamente francés y por lo tanto la interacción se complica un poco, más teniendo en cuenta que mezclo constantemente mi pseudofrancés con el portuñol! O sea, luego de una infructuosa charla con un taxista enfilé para el lado equivocado, y la oportuna aparición de un ciclista de habla hispana me salvó de terminar en cualquier lado…

Así que finalmente enganché por la costa rumbo a Saint Jean de Luz, para luego seguir la carretera hasta el punto de partida del camino en Sait Jean Pied de Port. El camino transcurrió apaciblemente a lo largo de toboganes suaves, ideales para ir adaptando las piernas a lo que me esperaba para el día siguiente: el cruce de los Pirineos!! Brrrrrr…

Por supuesto que no faltó ocasión para equivocarme una vez más y terminar en el peaje de una autovía gigantesca, con una encargada que a los gritos me decía que por ahí no se podía circular…obvio madame! Yo sólo quiero saber cómo salir de acá!!!

Los paisajes parecían sacados de una película. La típica campiña francesa, salpicada de casitas y caserones, en medio de un entorno verde por donde se mire, con zonas de sembradíos y algún que otro pueblito de lo más pintoresco al paso. Siempre con balconcitos adornados con flores, dando la nota de color.

Por suerte para aprovisionarme de comida la cosa fue sencilla…bastó con decir “an bagette silvu ple!” y magia! Me entendieron! Ahora yo me pregunto, por qué dicen los números de una manera tan complicada?? Qué difícil saber cuánto pagar!!!

Antes de llegar al pueblito de Espelette tuve mi primer inconveniente técnico del viaje. Un tanto temprano para mi gusto… Venía lo más pancho disfrutando de un descenso en el camino cuando el típico ruido seco a cuerda de guitarra rota me dejó bien en claro lo que había pasado: un radio partido! Y como Murphy siempre está presente, era de la rueda trasera, del lado de los piñones y en la parte superior, bien pegado a los niples. En otras palabras, la forma más cutre de que se te parta un rayo! Armado de paciencia y contando hasta diez en números romanos (palito, palito palito, palito palito palito…) me aparté de la ruta, desarmé la rueda por completo y subsané el problema. Menos mal que como soy un obsesivo de llevar todo encima (si, y qué??) tenía rayos de repuesto y la herramienta para extraer los piñones…pse!

Totalmente engrasado retomé el camino para comprobar que en Francia también se cumplía la regla que había observado en mi estadía en España: en cualquier lugar los baños son limpios, con jabón, papel higiénico y hasta en algunos con toalla!!! Como en la gasolinera que me encontré y resolvió mis problemas de suciedad en unos breves instantes…qué lujo!

También noté que esas plantitas de apariencia inocente que estaban a la vera de la carretera eran indeseables ortigas que me dejaron las gambas al rojo vivo luego de rozarlas cuado acudí al llamado de la naturaleza…mon diu! Por suerte el sarpullido sólo dura un día…joer con estas plantas cabronas!!!

Finalmente a eso de las 17 hice mi entrada en Saint Jean Pied de Port. Qué pueblito pintoresco! Por suerte en una oficina de turismo me orientaron eficazmente y en poco tiempo estaba en el centro de atención al peregrino. Allí me enteré de que en realidad podría haber llegado cómodamente en tren, como hace la mayoría de la gente…pse! Peregrinos burgueses! Y también de que en realidad lo de los albergues a voluntad era una utopía. Hay que garpar todo! Desde 4 a 7 eurines la noche, en los municipales o parroquiales, y lo que venga en los privados. Qué garrón! Lo que sí fue a voluntad (poca) fue el donativo por las dos conchas que me agencié como compañeras de viaje, símbolo del peregrino y que todos llevan encima como distintivo.

Otra información valiosa fue saber que había dos opciones de camino: la carretera, que era la que yo tenía estudiada, y la senda de los caminantes. Cuando me dijeron que ya había ciclistas que en otra ocasión la habían recorrido en dos ruedas esta última opción no lo dudé…por qué yo sería la excepción??? Claro, lo que no sabía era que el recorrido era un poco más áspero que el tranquilo asfalto…pero con unas vistas de la hostia!!!!

Luego de encontrar alojamiento en un albergue privado en el barrio antiguo aproveché para dar una vueltita por el casco medieval y después de una búsqueda intensa encontré un bolichito donde comer una pizza sin que me afanen aún más. Francia es muuucho más caro que España, no lo duden!

Nuevamente las discrepancias idiomáticas hicieron que lo que pensaba sería un toque de oliva para la pizza fuera en realidad un picante fuertísimo que me dejó la boca a la miseria. Creo que la pizza era rica debajo de ese picor!!!!

A las 22 todo el mundo a la cama…pronto conocería la rutina del peregrino de a pie, que se acuesta temprano, arranca a la madrugada y como los habitáculos son compartidos por mucha gente al mejor estilo hospital general, hay que respetar los horarios de los demás. Sin dejar de lado que muchos albergues directamente cierran sus puertas entre las 22 y las 23 y a las 8 ya te echan! A no olvidarse de los tapones para los oídos, infaltables para poder conciliar el sueño ya que siempre habrá algún individuo roncando cerca de uno…

Día # 2: Saint Jean Pied de Port - Larrasoaña

La cosa arrancó muy temprano. A pesar de ser domingo las calles hervían de gente comenzando su viaje de peregrinación a pie. Apenas pasadas las 7 ya me encontraba listo y sólo mediaba un desayuno con un café con leche y croissant (estamos en Francia!) antes de la partida.

Pensar que en los orígenes del camino esta etapa suponía uno de los grandes desafíos a superar…el cruce de los Pirineos! Muchos se perdían o simplemente se morían atrapados en una tormenta. Por eso St. Jean Pied de Port era tan importante como escala previa. Ahora las cosas son mucho más simples. Todo el sendero está perfectamente señalizado con flechas amarillas pintadas en todos lados y marcas rojas y blancas indicando el camino GR65. También están las conchas, apuntando hacia Santiago. Si te quedaste sin ver una flecha o una concha en 50 metros, volvé para atrás que te perdiste!!!

Apenas comenzando el camino ya se pone cuesta arriba con una pendiente más propia de una cabra que de un vehículo motorizado…ni qué hablar de una bici! El camino tiene el ancho suficiente para un auto y el asfalto es impecable. Al menos aún no hay que luchar con las piedras del ripio…por ahora! Es increíble la rapidez con la que voy ganando altura en tan poca distancia recorrida. De movida ya vengo con el plato chico y el piñón grande, avanzando lentamente. Multiplicación uno a uno que gastaré durante el resto del día…

Voy pasando los peregrinos que me crucé el día anterior en el pueblo. Como bien me dijeron, el saludo típico entre peregrinos es el tradicional “buen camino!” que no dejaba de propinar a todo cuanto pasaba, a pesar de casi no poder hablar de lo agitado que venía. La mayoría eran de origen francés, por lo que su respuesta era, con cara de sorpresa de ver a semejante delirante trepando por ahí como una cabra, un “buen caminogh” acompañado de una sonrisa. A veces no eran tan simpáticos y sólo recibía una mirada como desaprobadora por estar desplazándome de esa manera en lugar de ir caminando. Pse, allá ellos…

A medida que avanzo la perspectiva desde lo alto es simplemente flipante! Las pendientes siguen siendo pesadas y se ven caminitos labrados por todas las laderas, unas praderas totalmente verdes…un espectáculo impresionante. No me deja de asombrar lo que camina esta gente! Llevo un buen rato dándole a los pedales y sigo pasando peregrinos! A qué hora salieron??? Joer…

Sigo subiendo y subiendo, tanto que ya me pregunto hasta dónde llegaremos?! Habrá bajada después de tanta subida??? Supuestamente la cosa era subir al principio y luego de recorrer las cumbres, bajar en continuado…pero esto se estaba haciendo largo…Igual con los paisajes que había para disfrutar, el día que empezaba a regalar un poco de sol y el sólo hecho de estar en un sitio así dejaban en un segundo plano esos interrogantes.

Finalmente llegó el momento de decirle adiós a la carretera y nos internamos con Malena en un senderito de cabras adentrándonos en las entrañas de las montañas. Luego de un tramo muy difícil y empinado llegamos a un cole desde el que había una perspectiva de la hostia! Unos valles espectaculares se abrían a nuestros pies y las nubes se desplazaban por debajo nuestro dando una sensación de estar en la cima del mundo…

Por fin empecé a desplazarme en un cuasi-llano, con algunas bajaditas, por estrechos caminos de ganado. Tuve que empezar a usar el timbrecito, ya que sino los peregrinos no se daban cuenta de que venía detrás de ellos y a veces estaba un buen rato esperando para pasarlos. Ahí si las caras de ojete eran más frecuentes, a pesar de los saludos y sonrisas…será que no esperaban oír ese sonido por ahí??? Con lo lindo que es!!

Pasaron bosquecitos, atravesé nubes literalmente hablando, rebasé una pila de gente…hasta que luego de una pesada trepada en ripio llegué al punto final antes del ansiado descenso. Allá abajo se veía Roncesvalles y el pueblo de Burguete. Y qué bajada!!!! Muuuuy empinada, tanto que daban dos opciones diferentes, según el grado de inclinación. Fueron cuatro km de puro descenso por un camino asfaltado en caracol, pasando nuevamente a través de las nubes que se venían de la montaña y metiendo freno para no desbarrancarme en las curvas cerradas a 180° sin barrera alguna entre la pista y el abismo…genial!!!

Así llegué al alto de Urbieta, el paso de montaña que cruza la carretera y caí que yo había trepado muchísimo más de lo que me hubiera tocado si hacia la más simple de ir por donde van los autos. Qué animalada! Y vaya si valió la pena!!! Después me enteré de que el desnivel superado ese día anduvo en los 1400 m en sólo 22 km!!

Roncesvalles: el punto de inicio del Camino de Santiago en tierras españolas. Yo pensaba que era un pueblo, pero sólo me encontré un gran monasterio, la iglesia de rigor, unas ruinas, un restaurante y la oficina de turismo. Suficiente para coger el sello para mi credencial de peregrino, descansar un toque y comer la bocata de rigor bajo el sol que ahora inundaba todo antes de continuar hasta Zubiri, el próximo pueblo con albergue de peregrinos a 20 km de distancia.

Quedé sorprendido de la variación que ofrecía la senda ahora a cada rato: un tramo entre el bosque cerrado, luego un senderito mínimo entre arbustos, más tarde una carretera a través de algún poblado con sus casitas adornadas por las flores, una pasada por zonas de cultivos…cambiante, asombroso, flipante…

Una de las cosas más divertidas era buscar las señales para no perderse. Había muchas variantes y bifurcaciones, así que había que ir atento para no seguir de largo o perderse un giro brusco inesperado. Ahí generalmente estaban los mojones con un azulejo conteniendo la famosa concha y una flecha indicando la dirección correcta. En los pueblos los azulejos de la concha aparecían en las paredes reconfirmando el rumbo, que muchas veces se internaba en los fondos de alguna casa y salía por los sitios más inesperados.

Lo que por la carretera era un paseo simple en descenso hacia Zubiri, por la senda del caminante se transformaba en una montaña rusa constante por los más diversos tipos de terreno. Asfalto, empedrado, ripio, tierra, rocas sueltas, todo se sucedía vertiginosamente con el paisaje…

Quedaban aún un par de subidas pesadas, la última hacia el alto del Erro, con una hermosa vista panorámica de los Pirineos al fondo y el valle recorrido posteriormente. Desde allí los últimos cinco kilómetros descendieron abruptamente hasta dejarme en el pueblito de Zubiri. Ya eran pasadas las 17, y como buen Domingo, parecía un pueblo fantasma. Encontré el albergue municipal y estaba bastante lleno. Eran dos ambientes gigantes llenos de camas cuchetas. Hasta las 19 no llegaba la hospitalera a sellar y cobrar, así que pensé en seguir cinco kilómetros más hasta Larrasoaña, pensando que tal vez estaría un poco más descongestionado.

Continué pues meta subir y bajar mientras observaba el suave descenso que hacia la carretera cerca de mí pensando qué hacía complicándome la vida al pedo! Pero en realidad valía la pena, y cómo!!!

Llegue así al minúsculo pueblo de Larrasoaña, de unas cinco calles de largo y una de ancho! El albergue estaba repleto y me salvó que la única cama disponible nadie la cogía porque daba justo al lado de la escalera, de manera que si tenías el sueño un poco inquieto de una terminabas estampado en el piso de abajo. Obviamente, a mí no me preocupó y me instalé.

Cuando fui a buscar algún almacén descubrí que de tan pequeño, en el pueblo no había nada para hacer las compras. Sólo un sitio donde se podía comer, que como buen monopolista, cobraba bastante caro para el “nivel peregrino”. Pero no había opciones…así que recaí allí y cené junto a unos franceses, la mayoría de avanzada edad (será que escasean los franceses jóvenes?), dos tanos y un español con complejo de apóstol, que andaba disfrazado como los viejos peregrinos, cargando mil clichés relacionados con el tema. Y encima no paraba de hablar…qué coñazo este tío!!! Los tanos que le dieron más calce lo sufrieron mucho más que yo, que únicamente quería comer e irme a dormir!!!

Día # 3: Larrasoaña - Estella

El día amaneció espectacular y radiante de sol. Ya no quedaba nadie en el albergue cuando me desperté a las 7. Después de un desayuno en el boliche del pueblo arranqué a pedalear y nuevamente durante 15 km el camino fue una sucesión de senderitos atravesando bosques encajonados de vegetación. Casi me gasté el timbrecito de tanto pitar para que me dejaran paso los de a pie!!

A media mañana llegué a Pamplona, el sitio elegido por la mayoría de los ciclistas para comenzar el viaje por las facilidades de acceso con distintos medios de transporte. Entré al casco antiguo y fue como ingresar en un caos urbano de lo más pintoresco. Por las apretadas calles circulaban infinidad de vehículos, caminaba la gente, iban y venían los peregrinos…no se puede creer que en sólo un mes ese lugar estaría rebalsando de gente para el tradicional encierro de San Fermín. Después de ver el lugar por donde van los toros no me quedó ninguna duda: estos españoles están loquísimos!!!

Después de una vuelta por el lugar continué rodando hacia las afueras y pasé por Cizur Menor, un pueblito que queda a sólo 5 km de allí y que es empleado habitualmente por los peregrinos de a pie como escala, y así evitar un poco el bardo de la ciudad.

El paisaje cambió drásticamente, dejando atrás los bosques, que fueron reemplazados por extensas zonas de cultivos a través de los cuales pasaba el camino. El sol ya bien alto se hacía notar y el calor apretaba un poco. La mayoría de los peregrinos que cruzaba ahora estaban al reparo del sol bajo la sombra de algún árbol, comiendo, leyendo o durmiendo una siesta…qué rico!

Por mi parte, comencé a subir la cuesta del Alto del Perdón, que desembocaba en un filo sembrado de generadores eólicos, unos monstruos blancos que al girar sus aspas producen un sonido bastante intimidante. A mitad de camino hice un alto para picotear algo y mientras descansaba en un banco aparecieron trepando la cuesta dos ciclistas: Alberto y Geber, de Galicia, que recién habían comenzado el camino en Pamplona. Me enganché con ellos y luego se convertirían en compañeros de aventuras por muchos días.

Me llamó la atención lo frugal del equipamiento que llevaban. Geber ni qué hablar con su bici Treck más para ciudad que para senderos, cuyo equipo de viaje se remitía a un bolso de gimnasio de colores fluo que colgaba del endeble portaequipajes. Sin embargo, le daba a los pedales como si tuviera una doble suspensión de última generación. Una bestiezuela!!

Una vez coronada la cima y al pie de los ventiladores esos se avecinaba la bajada. Me habían adelantado que había mucha piedra suelta y que sería prácticamente imposible descender con la bici por ahí. En efecto, la cosa era muy empinada y los cachos de piedra muy grandes y sueltos. Pero había una pequeña huella que, a modo de senda de cabras, permitía sortear las dificultades y bajar a los tumbos. Y nos mandamos! Qué bajada adrenalítica! De esas que hay que frenar tanto que duelen las manos! Llegamos enteros y sonrientes, pero Alberto pagó con un pinchazo…y no llevaban inflador!! Menos mal que Jamer siempre tiene de todo…

Un poco más adelante nos separamos ya que yo quería pasar por Eunate, unos kilómetros fuera de ruta, para visitar la iglesia que según dice la tradición fue usada por los templarios. En medio de sus arcos, buscando el refugio del implacable sol y el viento disfruté de unas profanas bocatas de serrano y queso…

En Puente de la Reina, mientras tomaba una foto del casco antiguo, una gente que pasaba por ahí al ver mi indumentaria nacionalista exclamó: “Argentino! Eres Argentino!!”…y sí, pensaba yo, lo dice por todos lados!!! Resultó ser una pareja que estaba haciendo una nota sobre las distintas formas de hacer el Camino y como la chica era Colombiana, se enganchó y me hizo una entrevista…me sentí todo una estrella!!

Desde ese pintoresco lugar el camino tomó características poco deseables por culpa de la nueva autovía Pamplona-Logroño. Primero una zanja que parecía pequeña resultó ser un bache muy hondo que casi me cuesta los dientes y me dejó de recuerdo un baño de barro bien liquidito y pegajoso. Pero lo peor fue la trepada ingente por un sendero de tierra impracticable, inclusive hasta caminando! Qué manera de sudar!!!!

Siguiendo la tradición del camino, pueblo que se ve a lo lejos con una iglesia, pueblo por el que se mete la senda, derechito hasta pasar por delante de la misma, que por supuesto, está siempre en lo más alto con unas pendientes imposibles. Recorriendo el medieval poblado de Zirauki me encontré de nuevo con Geber y Alberto. Ellos también estaban a las puteadas por el estado del camino en ese tramo…y como hasta el pueblo siguiente la cosa seguía igual, optamos por tomar la carretera los próximos 5 kilómetros hasta Lorka. Error! Tal vez era más fácil por el asfalto, pero el tráfico era muy molesto y hasta que me había desacostumbrado a esas moles sobre ruedas pasando tan cerca nuestro…

Luego de los últimos 10 km atravesando campos y granjas de cerdos un tanto hediondas llegamos a Estella, final de la etapa. El Hospital de Peregrinos resultó estar muy bien puesto y organizado. Muy recomendable a pesar del gran número de personas que había en el sitio.

Lo primero después de la ducha fue el reaprovisionamiento, con lo que los chicos comprobaron que cuando tengo hambre, soy un peligro en un supermercado! Qué manera de comprar comida!!! Y la mayoría para devorar antes de la partida al día siguiente…

Tuvimos una didáctica charla de centrado de ruedas con Geber, ya que después de bajar escaleras (¡!) con su bici, la pobre pedía a gritos un reajuste o un cambio de dueño! Ahí también descubrí la factura que me habían pasado los Pirineos: el eje de la caja pedalera arruinado de tanta fuerza que le metí…joer!

Poco después de las 22, todo el mundo al sobre…

Día # 4: Estella - Azofra

Esta vez teníamos como detalle de lujo el desayuno incluído en el alojamiento. Sumado a las excesivas provisiones del día anterior, digamos que salimos bien alimentaditos! El cura a cargo del lugar nos sorprendió gratamente con una melodía de lo más estimulante para comenzar la soleada jornada: Leyenda, de Bob Marley. Todos teníamos una sonrisa especial antes de comenzar a rodar…”don´t worry…about a thing…”

El camino nos recibió con unas lindas trepadas, atravesando campos de trigo que cautivaban la vista con un sarpullido de amapolas rojas hasta el horizonte. Un contraste que no dejó de llamarme la atención durante toda la travesía. Las vides también se hacían presentes, a la vera de la senda por la que circulábamos.

A media mañana pasamos por el pueblito de Los Arcos, donde se nos sumaron otros dos ciclistas catalanes: Carlos y Domenec. Habían llegado desde Pamplona a Estella la noche anterior, pero nos habíamos desencontrado en el albergue. Continuamos así en caravana los cinco, subiendo cuestas cortas y trabadas, con bajadas intensas…qué flipe!

Camino a Viana, antes de Logroño, Geber partió su portaequipajes. Claro, si le venía diciendo que como andaba el animal no le iba a durar mucho!! Profecía cumplida…

Seguimos con Carlos y Domenec e hicimos una parada en el casco antiguo de Viana, muy bonito por cierto. La plaza tenía cuatro bancos, y en cada uno de ellos había cinco abuelitos sentados mirando pasar la vida con una pachorra increíble. Parecían parte del paisaje, incorporados a las edificaciones de siglos de antigüedad que nos rodeaban.

De tanto estar allí, cayeron de nuevo Alberto y Geber después de haber superado los inconvenientes técnicos. Continuamos pues en grupo compacto hasta Logroño, donde me estaba esperando supuestamente mi amigo marplatense Marcos (también conocido como Quinio). Por un problema con los vuelos no había llegado a tiempo para arrancar desde Hendaia así que habíamos improvisado este encuentro a último momento. La verdad que era un poco escéptico de que estuviera, ya que eran demasiados factores que se tenían que dar para que llegara a tiempo al punto de encuentro.

Combinamos con los chavales para encontrarnos después de comer algo frente al albergue de peregrinos, atestado de gente por cierto, y partí hacia la plaza del Ayuntamiento a develar el misterio…y ahí estaba el chango con su poderosa máquina a pleno timbrecito! Un encuentro increíble y digno de ser recordado luego de tantas vueltas!! Qué alegría…

Luego del típico bocata de serrano, esta vez compartido con mi cumpa, nos reencontramos con los muchachos para seguir en patota. Ya éramos dos timbrecitos y estábamos contagiando a nuestros colegas españoles con las bondades de los mismos, especialmente a la hora de rebasar peregrinos de a pie. Qué pesados!!!

La pista mejoró ostensiblemente en calidad así como en la sucesión de pendientes, por lo que la entrada en calor para Quinio no fue tan exigente como venían siendo los últimos kilómetros recorridos. Sacando fotos y charlando con Marcos nos distanciamos de los demás, que iban palo y palo con sus bicis.

Un poco más adelante y llegando a Nájera nos encontramos con los catalanes, ya que Domenec había pinchado. Continuamos los cuatro e hicimos juntos la entrada al pueblo a través de los bajos, menos pintorescos que el casco antiguo al que llegaríamos un poco después. Allí nos enteramos de que en el albergue municipal no dejaban entrar a los ciclistas hasta luego de las 20 y que encima las bicis debían quedar afuera. Todo mal!!

Nos recomendaron seguir hasta Azofra, a 5 km, donde un flamante albergue con habitaciones dobles (todo un lujo!) para 60 personas nos facilitaría las cosas. Estábamos en eso cuando nuestra indumentaria nacionalista (Quinio hacía juego conmigo) nos delató y nos mandaron a ver a un argentino que tenía un negocio ahicito nomás. El se ofreció a llevarnos hasta el albergue…pero era de su amiga, privado y costaba 10 mangos! Así no!!! Y quiénes estaban instalados allí como buenos burgueses? Alberto y Geber!! Consideramos un poco caro el lugar y optamos por seguir un toque más…

Una subidita, cruzamos unas cuantas vides y llegamos a Azofra, un pequeño, pequeñísimo pueblito en el que se destacaba el moderno albergue del que nos habían hablado. Y estaba tan bueno como nos habían dicho…lástima que no había sitio!!!! Joder, qué garrón!

Igualmente la movida nos salió bien, ya que nos mandaron a hablar con María, la responsable del antiguo albergue parroquial, para 16 personas, que quedó todito para nosotros solos. Fue muy cómico al ir a sellar nuestras credenciales, ya que María me preguntó si éramos Andaluces por mi tonada! Hotia, que al final e´ cierto!!! Ja!!

Aprovechando las facilidades, nos desparramamos a nuestro gusto y nos cocinamos una pasta memorable para recargar energías para el día siguiente…habían pasado casi 100 km por mis piernas y se notaba!!

Día # 5: Azofra - Olmos de Atapuerca

Providencialmente mi despertador nos sacó del confortable sueño, ya que esta vez no teníamos los habituales peregrinos a nuestro alrededor haciendo ruido con sus preparativos. Luego de un desayuno acompañado de la salida del sol, cargamos agua en la fuente del pueblo y empezamos a rodar.

La vida transcurría apaciblemente a través de campos de cultivos, por pistas de tierra firme y ocasionalmente algo de asfalto. A poco de andar nos alcanzaron nuestros amigos gallegos y otra vez conformamos la caravana de ciclistas del otro día.

El primer inconveniente técnico no tardó en aparecer cuando Domenec pinchó por enésima vez su rueda. La experiencia de Quinio dictó su veredicto: el drama era la llanta. Así que con un poco de cinta aisladora practicaron una reparación al paso como para evitar futuros percances…

La bajada a Santo Domingo de la Calzada fue de lo más adrenalítica, 61 km/h dándole al timbrecito a más no poder para avisarles a los incautos caminantes de la tromba que venía bajando al son de “buen caminooooooo…”. Llegados al pueblo vimos que la iglesia estaba abierta y nos mandamos a mirar. Cuán grande sería nuestra sorpresa al ver que adentro había un gallo y una gallina en una especie de altar a grito pelado! No entendíamos nada!!! Es lo más surrealista que he visto dentro de un templo cristiano!

Más tarde un viejito nos contaría la historia-mito-leyenda al respecto. Parece ser que allá lejos y en el tiempo una pareja de peregrinos camino a Santiago se alojó en el Hospital del pueblo y la hija del hospitalero se enamoró perdidamente del peregrino. Este no le correspondió ya que estaba con su mujer y entonces la piba, despechada, puso un cáliz de plata en su bolso. Al día siguiente, cuando partieron, lo denunció. Este fue apresado y colgado en la horca. Pero hete aquí que el tipo siguió vivo en la horca y cuando fueron a comunicarle al juez que el tipo aún se ensañaba en seguir vivo, este dijo algo así como: “que este chaval debe de estar más muerto que estas gallinas asadas que me dispongo a comer”…y ahí mismo las gallinas salieron del plato cacareando! Milagro!!!

Desde entonces un gallo y una gallina, supuestamente descendientes de las originales, hacen acto de presencia en la iglesia dando un toque atípico al lugar. Al menos esta es la versión libre que nos contaron…cuál es pues la moraleja que inmediatamente vino a nuestras mentes? Muy simple: no hagas caso de lo que te diga una mujer, menos aún si está despechada! Joer con la tía esta…
Un exquisito café con leche remató la breve aunque encantadora estancia. Prontos para seguir rodando! Y así continuamos sin mayores novedades hasta Belorado, punto de reportaje de alimentos antes de encarar la subida hasta San Juan de Ortega.

Pensábamos avanzar un poco más antes de parar a almorzar, pero un pinchazo de Alberto nos hizo quedar prematuramente en el minúsculo pueblo de Villambisa, donde bajo un arbolito aprovechamos para comer algo y descansar por un rato del implacable sol.

Vimos pasar otro grupo de ciclistas que venían por la senda del peregrino, de los menos dentro de la gran cantidad que encara el Camino de Santiago en bici. Estaban enloquecidos! Venían desde Logroño sin parar e iban a mil! Eso sí, con muy poco equipaje…pse!

Al poco nos los cruzamos de nuevo, frente a la iglesia de Villafranca. Se ve que les contagiamos las ganas de comer!

Nomás pasarlos el camino se empinó fuertemente y luego de una corta trepada se siguió con una subida constante y rompepiernas. El mapa con los perfiles de altura que habíamos conseguido en Estella no mentía. Cada kilómetro con su desnivel de alturas al pie de la letra. Si marcaba subida, pues para arriba íbamos. Y acá era empinadito el asunto!!

Ya otra vez mezclados con los avezados velocistas se nos vino un quiebre en V que prometía una bajada rápida y una subida muuuy lenta. Eso sin contar con que la pista era de tierra con mucha piedra suelta. Y ahí fuimos bajando a los tumbos hasta que en el repecho no hubo uno que pudiera superar la trepada montado en la bici. Hasta el Armstrong (como le decíamos al más pro de los velocistas) se quedó a mitad de camino…porque rompió la cadena!!! Animal el chaval…

Por suerte después de semejante trepada se vino un descenso espectacular a través de unos bosquecitos de novela. Increíblemente, mientras íbamos avanzando a altas velocidades, Alberto venía hablando con su novia por el móvil!!!! Adictos!!!! Por mi parte opté por hacer una vertiginosa carrera con Geber, a ver quién llegaba primero a San Juan de Ortega…y gané!!!

Encontramos un lugar muy bonito, con una iglesia bien cuidada que tenía una misteriosa cripta que indagamos con Carlos a pesar de que no se podía ingresar…para que pondrán esos carteles que incitan a romper las reglas??? Joer…

Había mucha gente y a pesar de que el lugar invitaba para quedarse a pasar la noche, continuamos hasta el próximo poblado con Albergue, Atapuerca. Pero por ser patrimonio de la humanidad por sus ruinas arqueológicas, estaba hasta las manos y no había sitio para nosotros. Ultima opción? A un par de kilómetros teníamos el aún más pequeño poblado de Olmos de Atapuerca, donde finalmente encontramos dónde pasar la noche en un bonito albergue. La idea de continuar 20 km más hasta Burgos no me convencía!!!

Eso sí, sólo había unas cuantas casas, la iglesia, el albergue y el bar, que estaba cerrado. O sea, para poder comprar algo de comida tuvimos que regresar hasta Atapuerca…cosa que no dudamos en hacer! La pasta de rigor no se hizo rogar y terminamos un tanto tarde comiendo ruidosamente mientras nuestros cohabitantes franceses, poco simpáticos, por cierto, trataban de dormir. Paradójicamente, cuando logré que todos habláramos en un tono bajo para no romper las bolas al prójimo, se me ocurrió hacer un café en la máquina que había en el comedor…qué quilombo que metió el condenado aparatejo!!! Si me habrán puteado los franchutes!!! Excuse muá!!

Día # 6: Olmos de Atapuerca - Boadilla del Camino

Otro día espectacular de sol se avecinaba y ya se nos estaba haciendo una mala costumbre…será verdad que nomás entrar en Galicia la cosa se terminará??

Ni bien arrancar y luego de una breve subida coronada por una inmensa cruz de madera, pudimos contemplar con Quinio una postal del camino: una pareja que iba recorriendo la senda tomada de la mano, cortándose en el horizonte antes de la empinada bajada hacia Burgos. Muy emotivo…así como fue la infernal velocidad de 69 km/h que desarrollé en la susodicha bajada haciendo tronar el timbrecito a más no poder!

La entrada a Burgos atravesando las afueras industriales no fue muy encantadora que digamos. Igualmente al poco de andar estábamos en plena ciudad a la búsqueda de las flechas y las conchas para no perder el rumbo. Luego de unas cuantas vueltas pudimos localizar una bicicletería, ya que mi eje reclamaba a gritos un cambio y la rueda trasera de Geber un centrado como la gente.
Como serán de distintas las cosas en estos pagos, que para que no estuviéramos a pata las dos horas que se iban a demorar en hacer los arreglos, nos dieron una bici muleto a cada uno para que pudiéramos ir a pasear por el centro! Geber consideró seriamente no volver más, ya que le habían prestado una máquina mucho mejor que la de él!!!

El paseo por el casco histórico se vio abruptamente cortado por una visita al shopping, en particular, al hiper de Alcampo. Qué manera de comprar comida!!! Nos hicimos un orgiástico desayuno en las mismas puertas del centro comercial mientras esperábamos a que las bicis estuvieran listas…

Y cuál fue el legado de nuestro paso por Burgos?? Dos nuevos timbrecitos (ya que no había más) que se sumaron al mío y el de Marcos…temed nuestro paso peregrinos!!!! Domenec se tomó muy a pecho el uso del sonoro artefacto y hasta nosotros le pedíamos que la cortara un poco so pena de que un peregrino le clavara el bastón en la cara!!!

Finalmente rumbeamos para el centro y llegamos a la imponente catedral de Burgos, un opulento ejemplo de la arquitectura gótica…lo que habrá sido para los tipos que venían hace unos siglos encontrarse con semejante monstruo de edificio! Los alrededores hervían de gente, así como nuestras cabezas con lo que pegaba el sol…

Nuestro paso fue más breve de lo que hubiera deseado, ya que valía la pena una visita más detallada. Pero la muchachada estaba ansiosa por hacer kilómetros, ya que en toda la mañana no habíamos superado los 25 km de recorrido.

Seguimos pues por un camino que atravesaba amplias llanuras descampadas, adornadas en ocasiones con las rojas amapolas a las que no podía dejar de sacarles fotos. Algunas subidas seguidas de rápidas bajadas, y así pasaron los 31 km hasta llegar a Hontanas, donde hicimos un alto para comer algo. Ya superábamos la hora límite de las 15 para el almuerzo…y vaya si era sagrada para nuestros colegas españoles!!! Además, el sol pegaba fuerte en la piel y se hacía necesaria una parada a reponer energías.

Ahí empezamos a entrever dónde sería nuestro punto final para la jornada. Normalmente tratábamos de evitar los lugares que eran punto final de las etapas de caminantes, ya que usualmente estaban atestados de gente. Y la luz se hizo gracias a un gringo que conducía un grupo de yanquis en bici que nos recomendó el albergue de Boadilla del Camino, a 30 km de allí, y que tenía como gran atractivo una piscina!!! Demás está decir que encaramos hacia allá sin muchas vueltas más.

Pasamos por Castrojeriz, un pueblo que tiene como símbolo las ruinas de un castillo en lo alto de un monte, al que realmente deseábamos que el camino no se le ocurriera visitar. Por suerte zafamos de esa trepada…pero tuvimos otra algo más adelante para superar el alto de Mostelares. Lo bueno de esas trepadas es la bajada que les sigue…joer!!

Luego de atravesar un puente romano entramos en la provincia de Palencia. Y justo ahí, en medio de la nada, donde sólo había como atractivo el monumento que indicaba el cambio de jurisdicción, nos encontramos con tres viejitos que estaban pasando el rato en un banco a la sombra de unos árboles. Sus bicis estaban un poco más allá y no pude dejar de preguntarme qué hacían allí?? De qué hablarían? O simplemente se entretendrían sacándole el cuero a los peregrinos que pasaban por allí? Quién sabe…

Poco antes de llegar a destino nos encontramos con un atasco de ovejas. En una imagen de novela, con burro y perro incluidos, Pedro volvía de hacer pastar sus ovejitas en los campos. Estuvimos con Quinio charlando un poco con este personaje que parecía haberse caído de un calendario detenido en el tiempo. Mientras las ovejas me encerraron y se dedicaron a chupetear todo cuanto había en la bici…cariñosas las criaturitas é Dios!

En Boadilla del Camino nos encontramos con un albergue de lujo! Un parque espectacular, con piscina, un “loft”especial reservado para nosotros seis en la parte superior de lo que era el cuarto común…estábamos como unos burgueses! Igual a Carlos nunca le convencían del todo los lugares compartidos…bah, nada le venía bien! Menos mal que igual se la bancaba!!

Dicen por ahí que los Catalanes son agarrados…nosotros descubrimos que en realidad son quejosos!! De todo tenían algo para quejarse estos chavales, aunque creo que más que nada lo hacían para darnos la coña a nosotros que otra cosa. “Vamos por allá?”, “Noooooo, siiiiiiii, mejor por acá…”. Que lo parió!! Lo que no se puede negar es que la manera que tienen de dar la hora es de lo más particular…en lugar de decir las 10 menos 20 te tiran un “tres cuartos de diez menos cinco”!!! Indescifrable!!! Así como sus crípticas conversaciones en catalán…”poko toko moko loco”, decíamos entonces nosotros…”son ocho los monos: Pocho, Toto, Rodolfo”…y ahí entonces tampoco nos entendían a nosotros y santo remedio!!! Igual son buenos tipos…no???

Eso sí, nos divertimos muchísimo a costa de esos arranques, así como ellos de los nuestros…una de cal y una de arena, no?

Como broche de oro, el hospitalero era un Cordobés con muy buena onda llamado Hugo, que estaba feliz de contar con dos compatriotas en el lugar…más aún para poder gastar a los brasileros presentes por el reciente 3 a 1 de Argentina contra Brasil en el fútbol…pasión sin fronteras.

Día # 7: Boadilla del Camino - Reliegos

El camino transcurría de lo más tranquilo por una pista de tierra al costado de la carretera. Habíamos dejado atrás Frómista y enfilábamos para Carrión de los Condes. Era imposible perderse en esas llanuras de pastizales, todo estaba señalado con grandes mojones que ostentaban azulejos azules con la concha amarilla. Para variar, veníamos últimos con Quinio parando cada tanto a sacar fotos…

En Villalcázar de Sirga paramos un minuto para visitar la iglesia románica. Se había vuelto todo un ceremonial el entrar en cada una que encontráramos abierta, ya que siempre había algo interesante que observar a nivel arquitectónico en estas moles a lo largo del camino.

Cuando íbamos a seguir Quinio descubrió que mi caucho trasero estaba un tanto gastado, digamos que al punto de que la cámara pugnaba por salirse como un pez globo hinchado! No sé cómo no había reventado antes en las pistas de tierra por las’que veníamos! Bueno, en realidad lo descubrí al desarmar la rueda: la cinta de kevlar antipinchazos me había salvado las papas del fuego…más porque no era uno, sino cuatro los agujeros que tenía la cubierta!!!

Haciendo uso de la típica habilidad argentina de “lo atamo con alambre” hice un arreglo provisorio con parches, cinta tape y cartón hasta conseguir un caucho nuevo. Y se las bancó como 40 km más!!!

Camino hacia Carrión de los Condes observé algo de lo más atípico: un hombre que pedaleaba con dos sombrillas a bordo, una delante y otra detrás. Era Lucho, un tano de Florencia que llevaba a sus hijas Gala, de un año y medio, y Martina, de tres y medio, a bordo de su bici!!! Detrás, vigilante, venía su mujer. Me contó que tenían una caravana (casilla rodante, van, como quieran llamarla) y todos los días recorría unos 40 km de esta forma, dejaba a las nenas con la madre y desandaba el camino en busca del vehículo! Un inconciente? Un loco? Para mí un capo que le había encontrado la vuelta para combinar sus dos grandes pasiones: la bici y su familia.

En Carrión de los Condes nos encontramos con Carlos, que estaba preocupado por nuestra tardanza. Nos comentó que Alberto y Geber habían seguido adelante, ya que querían adelantar kilómetros pues el domingo debían asistir a unos festejos en su ciudad y luego se reunirían con nosotros más adelante. Pasamos como rayo por el pintoresco pueblo que hubiera estado bueno recorrer con más tiempo y en el que sólo alcancé a comprar un neumático nuevo. Nos juntamos con Domenec y le metimos pedal.

El objetivo siguiente era Sahagún, donde pretendíamos comer algo. Según el mapa, la cosa venía fácil, con un terreno predominantemente llano. Y así fue. Nos preguntábamos cómo harían los peregrinos a pie para superar este tramo tan chato y aburrido. Si era tedioso en bici, lo que sería caminando!! Eso sin tener en cuenta el sol que calaba hondo con sus rayos…

Creo que nunca tomé tanta agua en mi vida como en este viaje. Fuente que veíamos, fuente en la que parábamos. Y yo siempre llenaba mis dos botellas que habitualmente venían ya vacías. En concordancia fueron las múltiples paradas a descargar tanto líquido absorbido! Con el tiempo los muchachos se acostumbraron a mis frecuentes paradas de improviso, bien para sacar una foto o para mear…al menos los riñones andaban bien!!

Al pasar por Lédigos, un pueblito muy pequeño, decidimos hacer un alto para comprar algo para el almuerzo, ya que si seguíamos rodando, al llegar a Sahagún encontraríamos todo cerrado. Había un solo bolichito y la encargada “ya venía”. Al menos eso nos dijeron por casi media hora! Cuando al fin llegó, Marcos había decidido avanzar un poco por su cuenta. Habitualmente él era el más rápido en las bajadas con su máquina infernal doble suspensión, pero en las subidas quedaba un poco más atrás…excepto por mí que siempre estaba alejado de tantas paradas que hacía!

No sabemos cómo, ni en qué momento, pero cuando salimos a su caza con Carlos y Domenec nunca más lo vimos! De algún modo que no comprendemos aún lo pasamos en algún punto del camino y llegamos a Sahagún antes que él! Atravesamos todo el pueblo de arriba para abajo, preguntamos a medio mundo si lo habían visto, nada…qué misterio! Optamos por comer algo, arreglé la bici, y cuando ya teníamos que decidir qué hacer apareció el pibe! Nunca sabremos cómo hicimos para desencontrarnos así! Qué misterio…

Por fin juntos de nuevo emprendimos la marcha. El cielo se había transformado radicalmente y del celeste habitual había pasado a un negro que presagiaba agua. Le metimos rosca escapando de las gotas que cada tanto nos caían encima. Nada drástico por el momento.

A pesar de parecer llano, el terreno subía lentamente recordándome a cada pedaleada que venía acumulando mucho cansancio de tanto pedaleo sin parar. Los Pirineos empezaban a pasarme factura…

Para colmo existían dos opciones para seguir, cosa que nosotros desconocíamos en ese momento, y por supuesto elegimos la más difícil. Terminamos recorriendo un trazado de una antigua calzada romana, la vía Trajana, que no era más que un camino plagado de piedras sueltas que nos sacudía de un lado para el otro. Si algo faltaba para terminar de drenar nuestras fuerzas era una pista así!!

En los más de 35 km que hicimos no cruzamos un solo pueblo, bastante atípico hasta el momento. Sin sol, con viento y algunas gotas encima estaba poniéndose fresco el asunto y nada ansiaba más que poder tomarme un reconfortante café con leche…

Tuve que aguantar hasta que llegamos a Mansilla de las Mulas, donde esperábamos poder pasar la noche. Qué ilusos! Estaba todo lleno y la hospitalera no tenía muy buena onda. Después de comer algo en la plaza tuvimos que retroceder cinco interminables kilómetros hasta el recientemente pasado pueblo de Reliegos, donde aparentemente sí había sitio.

Ya llevábamos más de 100 km de andar, incluyendo la calzada romana destructora de piernas. Al pasar frente a un cementerio Quinio vio un moño a la vera del camino que decía “tus amigos no te olvidan”. Rápidamente pasó a formar parte de nuestro equipaje en memoria a nuestras alicaídas gambas que ya no podían impulsar ni un kilómetro más nuestras bicis. Más tarde nos dimos cuenta que lo que a nosotros nos causaba mucha gracia a los demás los ponía un poco nerviosos…que supersticiosos, che!!

El albergue tenía capacidad y pudimos acomodarnos bien a pesar de la mala onda de algunos franceses que estaban ahí, cosa que resultó ser de lo más habitual. La mala onda de esta gente digo! Se creerán los dueños del camino por llamarse la ruta francesa? Bien podrían hacer el esfuerzo de saludar en español siendo que están atravesando España! Bah, de saludar nomás! En estas épocas en las que la mayoría de los peregrinos son franceses, alemanes y brasileros (fácilmente distinguibles por las inmensas banderas que portan) no les costaría mucho un poco más de diplomacia. Obviamente que había excepciones, pero pocas…

Teniendo cocina a nuestra disposición, nos manducamos una vez más una opulenta pasta regenerativa. De paso les conseguí conchas a Marcos y Domenec, que estaban ausentes de su equipaje y ningún peregrino que se precie de serlo anda sin ellas…lástima que el piola del hospitalero las fajó dos euros cada una!!! Otra que a voluntad!!! Me querían matar!!!!

Día # 8: Reliegos - Santa Catalina de Somoza

en proceso de redacción…sepan disculpar las demoras!!!....continuará…

Unas estadísticas

Duración del viaje: 13 días
Jornadas de pedaleo: 13 días
Km recorridos: 1055 km (sólo aproximadamente un 30 % por asfalto)
Promedio de km recorridos diariamente: 81 km
Distancia máxima recorrida en un día: 114 km (Boadilla del Camino - Reliegos)
Distancia mínima recorrida en un día: 44.4 km (Arzúa - Santiago de Compostela)
Total de horas arriba del asiento: 76 h 00 m
Promedio de velocidad general: 13.9 km/h
Máxima velocidad alcanzada: 71.0 km/h (en una bajada flipante por asfalto camino a Arzúa)
Problemas técnicos: un rayo partido, el eje de la caja pedalera reventado de tanta fuerza que le metí en los Pirineos, el caucho trasero perforado en múltiples partes por el desgaste, dos parches saltados por la presión del camino, las manoplas gastadas de tanto agarrarse hasta con los dientes y unas cuantas centradas de la rueda trasera por tratar a la bici como si tuviera doble suspensión!!
Cantidad de veces que exclamé “buen camino!” al pasar peregrinos de a pie: 235.568 más o menos!
Timbrazos ejecutados a lo largo del camino dándole la coña a medio mundo: ufffff!!!! una parva, joer!!










Comments:
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